jueves, 20 de marzo de 2008

Comenzando...

Comenzando....


No recuerdo, desde cuando me gustan las labores... hace muchos años, quizás viene a mi memoria las noches que mi madre, después de trabajar, hacía ganchillo o calceta, o cuando estaba enferma llegaba con un vestido de punto para mis muñecas.

Solamente recuerdo que he utilizado las labores para superar momentos díficiles en mi vida, que me ha reconfortado y que cada vez que estoy "creando" funciona como si fuera una terapia.

A lo largo de mi vida, he realizado muchas manualidades, me gusta probar a realizar cualquier cosa que tenga que ver con el trabajo artesanal y lo que es "peor" me atrevo con todo, he realizado restauración de muebles, pintura en tela, tiffanys, abalorios..., punto de cruz, calceta, costura, poco a poco iré mostrando mis trabajos.

Pero ahora mismo lo que me apasiona es el patchwork, llevo como un mes y medio asistiendo a clases en Quilt art, que seguramente las aficionadas al mismo, ya sabéis que es una tienda en La Coruña, donde dan clases, a las que no lo conocen, les invito a que se pasen por allí, está junto al mercado de Lugo y si alguién quiere aprender, les diré que tienen mucha paciencia para enseñar.

Estoy con un quilt de iniciación, del que iré poniendo fotos poco a poco.

Comenzando

Entre el cielo y el infierno
Un hombre habló con el Señor acerca del cielo y el infierno. El Señor le dijo a ese hombre: "Ven, te mostraré el infierno". Entraron en una habitación en donde un grupo de personas se encontraba sentado alrededor de una enorme olla de guisado. Todos estaban desesperados y muertos de hambre. Cada persona sostenía una cuchara que tocaba la olla, pero cada cuchara tenía un mango mucho más largo que su propio brazo, de tal manera que no podía utilizarse para llevar el guisado a sus bocas. El sufrimiento era terrible.
"Ven, ahora te mostraré el cielo", dijo el Señor, después de un tiempo. Entraron en otra habitación, idéntica a la primera (la olla de guisado, el grupo de personas, las mismas cucharas con mango largo). Sin embargo, allí todos estaban felices y bien alimentados.
"No comprendo", dijo el hombre. "¿Por qué están felices aquí, si en la otra habitación se sienten miserables y todo es igual?"
El Señor sonrió. "Ah, es sencillo", respondió. "Aquí aprendieron a alimentarse mutuamente".
Es decir, mientras que en el infierno cada uno quiere comer con su cuchara y no es capaz de compartir con los demás, en el cielo cada uno piensa primero en el hermano y con su propia cuchara lo alimenta.
¿Alimentas tú a tus semejantes? No desde el punto de vista del alimento físico, sino en el sentido amplio de compartir con los demás (tu tiempo, tus posesiones, etc.).